martes, 23 de abril de 2013

TU ROSTRO SERÁ EL ÚLTIMO

Hoy es el día de libro y esa es la razón por la que me apetece hablaros de “Tu rostro será el último” de Joao Ricardo Pedro. Viajando es donde más disfruto de la literatura… El ritmo al que estoy sometido hace que cada vez encuentre menos momentos en el día a día para dedicárselos a un libro. El cine, las series de televisión, el trabajo, la cocina, el gimnasio y la música se han impuesto de una forma cotidiana sobre la lectura… por eso cuando la cotidianidad desaparece, ya sea por un viaje… o por unas buenas vacaciones me gusta perderme en las paginas de un libro…aunque ahora se haya convertido en electrónico. Todos conocéis el estrecha relación que guardo con Portugal. Desde hace unos meses, llevo viendo en los estantes de las librerías un libro portugués que llama poderosamente mi atención, sobre todo por el título: “Tu rostro será el último”. Y he terminado por comprármelo y descargarlo en mi libro electrónico. Lo primero que le pido a un libro es que me enganche en sus primeras páginas, que las cosas que me cuente llamen tan poderosamente mi atención que me haga olvidarme de lo que esté ocurriendo a mi alrededor y me empuje a seguir su lectura hasta llegar al fin. Soy de los que abandona un libro, lo hago casi sin pensar, cuando en cierto momento deja de interesarme, normalmente antes de llegar a la pagina 50. Pero esta novela me produjo la sensación contraria. Es cierto que no habla de nada que pueda ser original ni definitivo. Habla de una familia, una de tantas… con todos sus secretos, sus ilusiones, sus miedos, sus enfermedades y sus alegrías… pero lo hace de la mejor de las maneras, con una estructura rota pero clásica, con una prosa fresca pero rica, sin duda es heredera de muchos autores pero la magia de sus personajes la hace ser única… Nos puede recordar a los autores portugueses más conocidos y leídos aquí: Saramago y Lobo Antunes, pero también tiene algo de García Márquez sin traspasar nunca hacia el realismo mágico, creando otra especie de realismo, extraño, sugerente, distinto… yo me atrevería a llamarlo portugués. Lleno de secretos medio a descubrir como son la mayoría de los secretos de una familia… Esto hace que este autor, Joao Ricardo Pedro, (es su primera novela) tenga, casi de inmediato, una voz propia y compleja. Pero lo que he sentido leyendo esta novela es algo distinto, diferente… he tenido la sensación, mientras la historia de estos personajes se describía ante mis ojos, que he vivido otras vidas, he traspasado otros momentos históricos antes de ser yo. Sé que es complejo lo que voy a contar. Algunos pensaréis que se me ha ido una pinza (os informo que se me fue hace mucho tiempo). Siempre he tenido la sensación de que me gusta tanto Portugal porque en una de mis reencarnaciones pasadas (tal vez la anterior a mi nacimiento actual), yo ( o lo que se supone que se reencarna de uno) fui portugués. Cuando camino por Lisboa o por otra parte de Portugal, me llegan borbotones de recuerdos de un pasado que no he vivido… son imágenes de calles que no conozco pero por las que he caminado, situaciones históricas que no me pertenecen pero que he vivido… Cuando leía este libro todo de lo que me hablaba este autor, me resultaba conocido como si fuera parte de mi misma vida… Esta sensación, que me ha ocurrido con frecuencia en Portugal, sólo se me ha repetido en otra parte del mundo: en Buenos Aires. Hace un año y medio visité por primera vez dicha ciudad, paseando por las calles del Barrio de Recoleta o Barrio Norte, volví a tener la sensación de que una parte de mí había estado anteriormente allí… Más concretamente en los años 50 ó 60… antes de la llegada de la dictadura militar y Argentina vivía sus años de esplendor. “Tu rostro será el último” ha sido el libro que me ha acompañado durante este fin de semana que he hecho un viaje relámpago de nuevo a Buenos Aires. Tenía doce horas de ida y otras doce de vuelta para devorármelo… Y así lo hice… durante el trayecto de vuelta me deje llevar por la primera parte de la novela… Volví a caminar por Buenos Aires y las oleadas de recuerdos de un pasado no vivido volvieron a invadirme… sobre todo cada vez que paso por uno de los edificios más emblemáticos de Buenos Aires, el Kavanagh. Es junto a este edificio donde tengo la sensación más fuerte de que allí he vivido, que en uno de sus apartamentos se quedó en un pasado algo de mí que me hace vincularme con esa ciudad y ese espacio… Al igual que me pasa cuando recorro ciertas calles que hay alrededor de la Asamblea Nacional en Lisboa… o cuando camino por algunas de sus solitarias calles al atardecer, me viene la sensación que en un pasado fui perseguido por alguna razón por esas calles de Lisboa… Son sensaciones a las que no encuentro respuestas… y que en algunos de los pasajes de la novela el autor describe como si fueran mías… Al volver de Buenos Aires, seguía enganchado a los secretos de la familia protagonista de “Tu rostro será el último”… pero me deparaba una sorpresa final… parte de los secretos de la familia Mendes (los protagonistas de la novela) están relacionados con un hotel y una habitación que se encuentra en Buenos Aires… era como si todo estuviera conectado… mi vida, mis pasados y esta novela… están íntimamente interrelacionados… sin duda no hay ninguna explicación… bueno, sí una: la magia de la imaginación… y de la realidad… convertida en literatura.

lunes, 25 de marzo de 2013

LA IMPORTANCIA DE UNA BUENA MEADA

Llegamos al aeropuerto de Viena. Directos a la zona de Rentcar para recoger nuestro coche. Tomás con su divertida verborrea, da igual el idioma, convence a la chica para que nos cambie un Opel Corsa por un BMW… A la del alquiler de coches, una austriaca que le parece lo más sexy que me llame Antonio y lo pronuncia como si fuera la Melanie Griffith y yo fuera su Banderas, nos avisa que estamos locos por querer irnos a Budapest. Las carreteras están cortadas por culpa de la nieve y lo más racional sería quedarnos en Viena. Ni Tomás ni yo lo somos. Pillamos nuestro BMW. Ponemos música y nos lanzamos a la carretera como si fuéramos Thelma y Louise en Centroeuropa. Nada más salir del aeropuerto hay una señal que nos indica Budapest y para allí que nos vamos. Hace un sol de escándalo y pensamos: la del alquiler de coches es una pobre desubicada. 50 km a toda pastilla. De repente comenzamos a ver una fila de camiones parados en el arcén de la derecha. La velocidad disminuye hasta que nos paramos en seco. Pero no hay restos de nieve por ningún lado… no entendemos nada… En un cuarto de hora de retención avanzamos menos de 100 metros… otro cuarto de hora y avanzamos 50 más… ¡Menuda suerte…! En la siguiente media hora avanzamos dos kilómetros… La fila de camiones sigue parada a nuestra derecha… Ponemos la radio, esperando encontrar alguna respuesta… pero sólo hablan en alemán… Tomás decide preguntarle al coche de delante… pero no saben ingles… Los camioneros abandonan sus cabinas para fumar y hablar entre ellos. Le insisto a Tomas para que hable con alguno de ellos… ¿Y si me violan?, me pregunta… Pues te dejas, le respondo. Tomás se baja. Yo con él y se pone a charlar con un camionero Rumano que nos informa que lleva tres días desde que salió de Alemania y que no sabe cuando podrá llegar a su destino. Nos agobiamos… ¿Qué hacemos?... ¿Avanzamos y en el primer cambio de sentido nos volvemos a Viena? Vemos que los coches avanzan con normalidad por el sentido contrario… Tenemos dos días para ver Budapest y nos lo vamos a pasar en la carretera. Se produce el milagro… los coches comienzan a avanzar… Llegamos a un cambio de sentido… la policía austriaca nos obligan a abandonar la autopista y nos hacen circular por una carretera secundaria… El paisaje es frío y árido pero avanzamos, aunque no sabemos hacia dónde… Llevamos dos horas en el coche y hemos hecho 50 KM. Tenemos hambre y ganas de mear. La carretera nos adentra por un pueblo austriaco que se llama Gols. Ni idea… y le propongo a Tomás… parar… comer… mear y decidir… con la barriga llena y la vejiga vacía todo parecerá algo más fácil… Al lado izquierdo de la carretera vemos un pequeño restaurante… Es un lugar lleno de cristaleras que dejan entrar el sol… nos parece agradable… pedimos permiso y nos dicen que por supuesto que nos dan de comer… ya que la camarera y el cocinero lo están haciendo… En la pequeña barra hay un hombretón, fuerte, rapado bebiendo una buena jarra de cerveza austriaca. Tomás pregunta ¿Está cerca la frontera con Hungría? Todos se muestras solícitos a respondernos pero el que más el hombretón que va vestido con un mono azul de mecánico con restos de grasa. Nos informa que él es húngaro y que puede indicarnos el camino… La camarera nos invita a sentarnos, no ofrece la carta… los precios son muy bajos, mucho más que en cualquier pueblo de España… y pedimos pizza y pasta… El hombretón vestido de mono azul, lleno de grasa, rapado, con unas manos grandes y unos hombros fuertes y robustos se acercan a nuestra mesa con una nueva jarra de cerveza y un mapa de la zona. Nos explica que estamos en el límite entre Hungría y Austria… en toda una llanura… señala en el mapa lo que tenemos que hacer para llegar a Budapest… como volver a incorporarnos a la autopista… Tomás y yo no podemos dejar de mirarlo… tiene algo tan masculino que nos hipnotiza… confunde nuestra cara de salidos y piensa que estamos perdidos… y se ofrece a cruzarnos la frontera y llevarnos hasta la incorporación de la autopista… Cuando se va… los dos decimos a la vez: ¡Que Morbo! La camarera nos trae la comida y devoramos… El hombretón con mono de azul lleno de grasa, rapado, grande hombros, manos fuertes, espalda ancha y piernotas de futbolista nos sonríe desde la barra y levanta su jarra en símbolo de hermandad. Terminamos la pasta y tomamos un café. Llega la hora de partir. Nuestro nuevo amigo paga sus litros de cerveza y nos pide que lo sigamos… Nosotros bien obedientes lo hacemos… Sin dudarlo comenzamos a seguir una especie de furgoneta blanca… Allí va montado nuestro hombre… Nos mete por carreteras secundarias… terciarias… pero de buen firme… hasta que llegamos a la frontera con Hungría… una especie de antiguo control de aspecto soviético indica el cambio de país… De repente nuestro coche da un salto… el asfalto ha desaparecido… ha sido sustituido por grava… la carretera se ha convertido en una especie de carril… Y es entonces cuando Tomás y yo comenzamos a imaginar… ¿Dónde nos llevará el hombretón con mono de azul lleno de grasa, rapado, grande hombros, manos fuertes, espalda ancha y piernotas de futbolista…? Y en ese momento nos decimos los dos al unísono… ¿Has visto el paquetón que le marca el mono? Nuestros calenturientos pensamientos se van fundiendo con la estepa húngara… Imaginamos que nos lleva hasta una cabaña perdida y solitaria… insiste en invitarnos a una cerveza… cierra la puerta tras nosotros y allí nos sodomiza y nos viola… como sin fuéramos las niñas de Alcásser… Le digo a Tomás: recapitulemos… no somos ningunas niñas… y de violación nada de nada… todo sería bien consentido… ¿Y si lo que le gusta es la dominación absoluta?, me dice Tomás… Entonces no nos va a quedar más remedio que resistirnos… ¿Y si aparecemos muertas?... Que trágica eres, hija… Estamos tan metidos dentro de nuestros escabrosos pensamientos que no nos damos ni cuenta que el hombretón con mono de azul lleno de grasa, rapado, grande hombros, manos fuertes, espalda ancha, piernotas de futbolista y marca de paquetón bajo el mono azul… para su coche en al arcén a tan solo unos metros de un paso a nivel… Se baja del coche… Tomas me dice: ahora es cuando nos va a decir que vayamos a su casa a tomar algo. Se baja también Tomás y se acerca a nuestro Brad Pitt particular. El hombre le dice algo que no llegamos a entender… Se coloca a nuestro lado del coche… de espalda a nosotros… y acertamos a divinar lo que ocurre a continuación… abre sus piernotas de futbolista, se baja la cremallera de su mono azul y se saca lo que imaginamos que será parte de su gran paquete que sostiene con sus manos fuertes, echa hacia atrás su espalda ancha, mueve sus grandes hombros, el sol brilla sobre su cabeza rapada… y empieza a echar una gran meada, nosotros miramos embobados desde dentro del coche como todo fluye… nuestras bocas se abren tanto pero no sale palabra ninguna… sólo admiramos… y dejamos que toda la cerveza austriaca riegue la fría estepa Húngara… No sé cuanto tiempo duró tan maravilloso espectáculo… Sólo sé que el hombretón con mono de azul lleno de grasa, rapado, grande hombros, manos fuertes, espalda ancha, piernotas de futbolista vuelve a meter su paquetón dentro de su mono azul y con una sonrisa, nosotros pensamos que morbosa, nos indica que le sigamos… por fin cerramos la boca… Cruzamos el paso a nivel… y varios kilómetros más tarde con un gesto de su mano y la luz del intermitente, cuando cruzamos un puente, nos indica que allí abajo está la autopista que nos dejará una hora más tarde en Budapest…

jueves, 14 de marzo de 2013

MI NO VIAJE A LA HABANA

Menudo carácter que tengo, como diría mi amigo Tomás. Mi puto pesimismo lo invade todo cuando las cosas no avanzan como deberían avanzar. Lo siento por Marcos que sufre a diario mis cambios de humor… tiendo a ser ciclotímico… y dejo que la negatividad lo inunde todo… Ayer al mediodía, Tomás, Marcos y yo quedamos a comer en un restaurante de menú. El objetivo de la comida era que Tomás y yo organizáramos un fin de semana en La Habana, pensábamos marcharnos mañana viernes y volver el lunes… una auténtica locura pero había que aprovechar ya que los vuelos de Iberia con la Habana son cancelados en unos días y debíamos aprovechar. Para quien no lo sepa, Tomás es azafato de Iberia y tengo la suerte de ser su beneficiario por lo que puedo volar por precios más que mínimos allí donde Iberia te lleve. Durante la comida, no estaba muy positivo… acababa de terminar el último capítulo de mi serie y la presión de estos último días… madrugadas escribiendo para poder entregar a tiempo… hacía que mi carácter estuviera ya por los suelos… pero la actitud de Tomás y el amor de Marcos hacía que me animará y me dejará llevar… ya estaba casi todo decidido: nos marchábamos mañana viernes a eso de las 5 de la tarde, a las 9 de la noche (hora cubana) llegábamos a la Habana. Tomás iba a poner los mensajes necesarios para que nos buscaran un hotel… ya habíamos decidido que dormiríamos en el mismo cuartucho para no gastar mucho… dos días para recorrer la Habana Vieja, conocer el Caribe… tomar el sol… ya me ha había advertido Tomás que nada de enseñar la pinga que serán muy comunistas pero allí el nudismo está prohibido… Y el domingo por la noche vuelta para Madrid, ya habíamos mirado los vuelos y las tripulaciones por si Tomás conocía a alguno de sus componentes, teníamos enchufe y podíamos volar aún más cómodos… De repente suena mi teléfono, es una conversación de trabajo… ...y el mundo se me hunde en ese preciso momento. Entro en una espiral de negatividad de la cual no soy capaz de salir… Ambos me lo notaron… yo no sabía definir lo que me ocurría. Mi trabajo me afecta hasta unos límites que no sé controlar. Tomás se disponía a marcharse al Starbucks y nosotros a hacer unos compras. En el Corte Inglés mientras compraba capsulas para la Nespresso, me hundía aún más… Es en esos momentos cuando me paralizo… no soy capaz de seguir hacia delante… no soy capaz de avanzar. Me doy cuenta que no soy capaz de marcharme a Cuba... no voy a ser capaz de relajarme… de aprovechar esos días ni el viaje. ¿Pero cómo se lo digo a Tomás? ¿Cómo le explicó que aunque lo que más me apetece en el mundo es viajar con él, en este momento no voy a poder disfrutarlo? Marcos me nota bloqueado… soporta mi silencio… y es él quien me lleva hasta el Starbucks de la plaza de los Cubos. Me sienta delante de Tomás… y es en ese momento… cuando Tomás se convierte en ese amigo que te conoce, que sabe lo que te ocurre, que entiende tu malestar y te hace reír… Lo que viene ser un amigo… que sabe disculparte y que te busca opciones para que no te hundas aún más. Es Tomás quien toma la decisión de no volar a Cuba, sabe que en ese momento me está pesando más que relajando… Toma las riendas de la situación, como buen azafato de vuelo. Decide esperar a ver lo que pasa con el capítulo… y si el viernes todo esta normal… ya buscaremos un destino, cercano, donde poder pasar un par de días juntos y reír sin parar… porque como él bien sabe… y pone en práctica… Un día no reído… es un día no vivido…

jueves, 7 de marzo de 2013

VOLVER

Hoy vuelvo. Un año y cuatro meses después. Sé que ha pasado mucho tiempo. Que tal vez los blogs ya no estén de moda. Pero ayer mientras subía pesas me di cuenta de que lo necesitaba. Durante estos 16 meses y no sé cuantos días, me han pasado muchas cosas, todas ellas importantes. Me enamoré y aposté. Tomé conciencia de esta maldita crisis. Viajé al otro lado del Atlántico, tanto al norte como al sur. Rodé un cortometraje: Caipirinhas en Ipanema. Comencé a compartir mi casa y mi vida con Marcos. Me embarqué en el proyecto de una serie “Hermanos”, tan personal, que me ha tenido absorbido el mismo tiempo que llevo sin escribir aquí y algún que otro mes más. Conocí el placer de viajar como copiloto con la persona que quieres y recorrer media península Ibérica a su lado. Le enseñé los secretos de Portugal y él me enseñó amar el reino de Galicia, sus vinos, sus playas, sus alimentos y sus hombres… (también alguna que otra mujer). Aprendimos a compartirnos sin sentir celos pero permaneciendo juntos. Descubrí el placer de leer a Jhumpa Lahiri… Seguimos yendo al cine y consumiendo cultura a pesar del 21% de IVA. Continué buscando la canción perfecta… Tuve crisis, dudas y miedos y nada de estas cosas las compartí con vosotros. ¿Por qué? Pensé que mi blog había dejado de tener sentido, que había cubierto una etapa y que debía pasar página. Y sí, la había cubierto. Y sí, debía tal vez pasar alguna hoja que otra… pero durante este tiempo de ausencia se fue diluyendo, escondiendo e incluso perdiendo algo muy mío, algo que me había afianzado y que me había dado este blog. Cuando el último día del año 2006 lo abrí, no tenía del todo clara la intención del mismo pero fue el verano del 2007 y un viaje a Lisboa donde encontré la respuesta. Quería trabajar desde mi intimidad, crear desde mí, desde aquellas cosas vividas o dispuestas a vivir… quería transformar mi realidad, mejorarla o hacerla aún más conflictiva… que todo lo que veía me sirviera de inspiración. Este blog sería y fue el frontón, el tablón de anuncios… aquí exponía mis primeras ideas y luego las matizaba y las hacía crecer. Por ejemplo aquí escribí la historia que luego daría pie a mi corto… Pero por descuido, por vagancia, porque la vida me daba otras cosas maravillosas… descuidé este vinculo… lo aparté… quise caminar sin él… y fui perdiendo mi voz. Me fui olvidando de mí… dejaba pasar mil y una idea… no entrenaba… no me practicaba… no transformaba mi realidad para hacerla algo más perfecta… y mi voz se fue desvaneciendo, casi perdiendo… Me fui quedando vacío… Marcos me decía entre bromas: “Te he robado la inspiración”… Y hoy me he dado cuenta que estaba en otro lado… tal vez preocupada en vivir y en escribir esa serie, “Hermanos”, que espero que alguna alegría me dé, intentando ser otra voz. Hace unos días entregué el último capítulo… Marcos me seguía dando toques de atención, Félix desde los Ángeles no dejaba de hacerme propuestas… yo mismo en mi cabeza me tiraba de las orejas… No puedo esperar más. Ayer en la última serie del cuarto ejercicio de espalda una luz se encendió y tomé la decisión, la firme determinación de que mi realidad sea de nuevo en mi inspiración. Tengo que desempolvar mi voz… hacer gárgaras para aclararla… voy a ponerla a trabajar… seré de nuevo un observador… de nuevo jugaré con mi realidad, de nuevo la transformaré. No sé si es una etapa nueva. Un punto aparte o seguido… No lo sé y es lo que averiguaré mientras escribo aquí… He decidido apostar por mi voz. Apostar por mí. Volver por volver… No me queda otra. Es lo único que tengo.