miércoles, 29 de julio de 2009

DESENCUENTROS O DEEPER & DEEPER

Nunca sé lo que me depara el futuro.
Siempre me sorprendo.
Siempre espero.
Un mensaje que no esperas…
Un mensaje que escribes sin esperar respuesta…
un respuesta que no esperas.
Un decisión que no quieres tomar.
Una decisión que debes tomar.
Un piso que comprar.
Un dinero que ahorrar.
Otro DVD,
otro Gin tonic,
otra cena,
otra canción que compro en el Itunes,
otras bermudas,
otras zapatillas de deporte,
otro regalo…
Una mirada que no se cruza.
Alguien te da y tú no quieres recibir.
Tú das y el otro no quiere recibir.
No nos ponemos de acuerdo.
Llamo y nadie coge el móvil.
Me llaman y no quiero coger la llamada.
¿Quieres venirte conmigo de viaje a …?, me dice alguien.
Quiero viajar solo.
¿Quieres venirte conmigo al sur de Francia?, pregunto yo.
Nadie responde.
¿Alguien me acompaña a ver esta noche a Burt Bacharach?
Otro concierto solo.
¿Alguien está interesado en ver las Maris de Javier Álvarez en la sala Pradillo?
Otro teatro solo.
¿Alguien me acompaña a ver Mishima?
Otro cine solo.
Más vale solo que mal acompañado.
¿A quién le interesa estas cosas?
¿necesito que le interese?
Me valgo solo.
Otra cita.
Muestro interés.
Él deja de estar interesado.
Otra cita.
Yo no muestro ningún interés.
Él está encantado y se viene a dormir a casa.
Por la mañana le explico que debo ponerme a trabajar y no lo invito ni siquiera a desayunar…
La verdad es que yo nunca desayuno en casa.
Me paso un día mandándole mensajes a través del bear…
y él me responde…
viene a Madrid a pasar un finde…
nos pasamos el finde desencontrándonos por móvil…
Me manda un mensaje: No encuentro el bar donde pinchabas.
Le respondo: No era hoy es mañana. Donde estás?
Me responde: Picardías.
Le respondo: ¿Qué es eso y dónde?
Me responde: Peréz Galdos entre Hortaleza y Fuencarral.
Le respondo: Yo estoy en la cola de la Boite. Pero no sé que haré ¿Vas a quedarte ahí?
Me responde: Acabo de pedir la copa.
Le respondo: Tomate la copa con tranquilidad y si eso luego nos vemos. Yo entro a la boite.
A la media hora decido irme a casa.
Le escribo el siguiente mensaje: Me voy a casa. Estoy molido y no doy pa mas. Espero verte.
Me responde: Estaba llegando a la Boite.
Le respondo: jo, lo siento. Menuda cola que hay y no está demasiado bien. Me apetece conocerte. ¿Tomamos algo mañana?
Me responde: Como quieras he convencido a mis amigos para verte.
Le respondo: Ya estoy en casa. Me sabe mal tu esfuerzo. Espero que quieras seguir conociéndome.
Al día siguiente él quiere venir a verme pinchar en la sueca…
Me manda un mensaje: Dame las coordenadas exactas del pub.
Le respondo: Calle Hortaleza 67. Está a reventar.
Pero cuando decide venir, la sueca está cerrando… y le mando este mensaje: Acabo de dejar de pinchar y voy a Charada, en la plaza de Santo Domingo. Si vienes te digo lo que tienes que decir para que entres por lista.
Me responde: Jo, estoy entrando en el Ángel.
Le respondo: Pásalo bien. Esto es el orgullo. Habrá más veces.


Después de cerrar el Charada y correr allí mil y unas aventuras. decidimos volver a la sueca a hacer un after íntimo…
me decido y le escribo un mensaje: ¿Sigues por las calles?.
Me responde: Me acabo de acostar.
Le respondo: Vaya, que pena. Nada. Mañana te vas? Y dónde te has acostado?
Me responde: Me voy a las cinco. Estoy en una pensión en Sol.
Le respondo: Y me propones algo?
Me responde: Mañana te llamo ahora estoy un poco pedo un beso.
Le respondo: Mejor no te digo como estoy yo. Estoy de nuevo pinchando en la sueca. Llama mañana y comemos juntos. Vivo cerca de Sol.
Me responde: Si quieres me visto y voy a verte pero si lo que quieres es follar estoy tan pedo que no creo ni que me empalme.
Le respondo: No quiero follar, quiero conocerte. Tú mismo. Serás bien recibido. Y yo tampoco creo que me empalme. Eso lo dejamos pa otro día, lo de follar. Ven.
Me responde: Ya estoy en la calle voy pa ya.
Le respondo: Hortaleza 67 hace esquina.
Y aparece. Yo le pongo Deeper and Deeper. Nos besamos y siento que me empalmo. Lo invito a desayunar. Descubro que nació el mismo día que yo pero 9 años después. Llegamos a mi cama.
Nos empalmamos.
Yo lo paso genial.
No lo vuelvo a ver.
Desencuentros.

lunes, 20 de julio de 2009

MI VIAJE A LA LUNA


Hace 40 años que el hombre piso la luna. Y mi barrio, La Latina, se está convirtiendo en el último reducto heterosexual de Madrid. ¿Cómo unifico estos dos temas? Son dos ideas que me iban dando vuelta a la cabeza desde hacía días: leía noticias en la prensa, caminaba por el barrio y sólo me cruzaba con heteros que expandían con toda naturalidad su masculinidad o feminidad por mis calles, en los bares, en las plazas, a la hora de comprar el periódico en el kiosco. Heteros que volvían sus cabezas cuando pasaban por su lado bellas mujeres… mujeres que sonreían coquetas cuando hombres musculazos las miraban con descaro… mujeres en falditas cortas… rubias de bote… rubias… morenazas… el barrio se ha llenado de bares donde ellos se relacionan, donde comen a precios desorbitados, tabernas antiguas que ellos las han hecho modernas… bares nocturnos donde mueven sus cuerpos al ritmo de musiquita andaluza… o Amaral… grupos a los que adoran y entonan sus canciones como si fueran verdaderos himnos. Bailan y se seducen mutuamente con una única intención terminar compartiendo una cama y al día siguiente a otra cosa mariposa… Volver a la latina… y de nuevo empezar el periplo… cañita… una tosta donde te clavan… más cañas… mojitos… visita al Delic… el bar con el peor servicio de la Latina… ¿alguien me puede explicar por que los camareros del Delic son tan gilipollas e inútiles? Yo los gasearía… y me comería de gratis un buen trozo de tarta de zanahoria. Mojitos y más mojitos que es la verdadera gasolina de estos heteros… Pues compartiendo con Salva un trozo de tarta de zanahoria y dos mojitos en el Delic, mientras él es mal atendido por los inútiles camareros, yo releo el País y me detengo en un precioso artículo que narra como una de las antenas que coloco la Nasa para el seguimiento del “Apollo” la puso en un pueblo de la sierra de Madrid y como la vida del pueblo cambio a raíz de esa antena y como hoy nadie se acuerda ya de ello. Al volver Salva con los mojitos y la tarta, le enseño el artículo y le pregunto que si él cree que el hombre subió a la luna. Salva me dice que no y que si hubiera subido lo hubiera vuelto a hacer. De repente esta conversación hace que mi mente viaje hace veinte años atrás. Es otro viaje, es otro tiempo, estamos en el año 1989. Jesús, Javi, Pedro y yo vamos montados en un autobús de Ureña con destino Huelva. Algunos no han cumplido aún los 18 y otros ya los tenemos… acabamos de terminar COU y hemos aprobado selectividad y hemos echado la preinscripción para estudiar aquello que queremos estudiar… Vamos a recorrer con nuestras tiendas de campaña la desconocida costa de Huelva. Es nuestro primer viaje… que para mí será casi iniciático… como lo fue para Armstrong el de la luna veinte años antes. En ese autobús los cuatro amigos discutimos si el hombre en los pasados veinte años había vuelto a subir a la luna. Ahora vuelvo a discutir con Salva… sé que en estos 20 últimos años no lo ha hecho… y tal vez no la haya hecho nunca… pero sí sé que pasará lo que pasará, se subiera o no, o todo sea una gran película montada por la NASA, a Armstrong la vida le cambió y la mía también cambio en ese viaje a las costas de Huelva, veinte años después de que el hombre, supuestamente, pisará la luna. Recuerdo que todo pasó una tarde de siesta, algunos de mis amigos se habían quedado en la tienda a dormir, yo me baje a la playa, estábamos en el camping de Matalascañas… y me puse a andar playa arriba… de repente empecé a descubrir a hombres y a mujeres totalmente desnudos. Nunca había hecho nudismo, con cierta timidez me quite el bañador y comencé a andar desnudo por la playa. La inmensa playa de arena cada vez se iba quedando más solitaria. Las mujeres casi habían desaparecido y sólo habían hombres tumbados al sol. Yo me senté en la orilla. Era casi un niño. Tenía algo de miedo. Allí se estaba cociendo algo que yo desconocía pero que me atraía irremediablemente. Seguí caminando por la playa. Miraba a los hombres que tomaban el sol boca arriba. Nunca había visto tantas pollas y tan de cerca… y me excitaba. Y me tenía que volver a sentar en la orilla y dejar que el agua me mojara y que todo se bajara y de esa forma volver a poder caminar por la orilla. En una de estas paradas, un chico se acercó y se sentó a mi lado. Para mi, en aquel momento, era todo un hombre… ahora creo que no llegaría a los 30…. Empezó a darme conversación. Me dijo que era de Huelva. Yo le dije que era de Martos y me toco. Yo me excite tremendamente. Estaba muerto de vergüenza y se lo dije. Él me contestó que tenía una tienda de campaña y me invitaba. No lo dude. Me fui con él. Aún recuerdo el olor del plástico de la tienda, el calor del sol, su sudor, mi sudor… sus pelos… el sabor de su cuerpo… tenía miedo y temblaba… pero estaba disfrutando… yo había tenido relaciones con otros chicos de mi edad pero esto era otra cosa. Él me besaba y yo lo besaba… Joder… creo que sabía hacer cosas que yo he ido aprendiendo con los años… No hubo penetración, él quería y yo no me dejé… tenía miedo… me corrí y él sobre mí. Me acuerdo que salí casi corriendo de la tienda con dirección al mar y allí me limpie de los restos de su semen, del mío, de su sudor con el mío y del sabor de su saliva en todo mi cuerpo… De ese día conservo los olores… todos los olores que se quedaron impregnados dentro de mí. Tuve miedo pero me gusto y mucho… El mismo miedo que Armstrong cuando llegó a la Luna. Por eso cada vez que hablan del día que el hombre piso la luna, yo me veo a mi mismo tumbado en una vieja tienda de campaña de plástico, invadido de un sol de Julio, rodeado de olores físicos y saboreando miles de sabores salados… Nunca me arrepentí de haber dado ese paso… porque como dijo Armstrong: “Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad".

miércoles, 8 de julio de 2009

DE ORGULLO A ORGULLO

Verónica me escribe desde Chile y me dice que tengo el blog olvidado que necesita mis palabras. Me doy cuenta que desde el día que murió Michael Jackson no he vuelto a contar nada de mi vida y mira que me han pasado cosas.

Viajé a París.



Un vuelo tranquilo y aterrizo en una ciudad soleada, llena de verano. Santi, mi cicerone y la persona que me abre su casa y su vida para que yo me aloje en ella durante 6 días, me espera en la estación donde para el Orlybus. Desde allí atravesamos París bajo tierra y me presenta su casa en pleno centro, en el Bulevar Magenta, al lado de la plaza de la República y de “Le Marais” (el chueca Parisino). Caminamos por puentes, La Isla, Notre Dame… y en mitad de una plaza maravillosa sentados en el césped, Santi y yo nos contamos nuestras vidas y le hablo de mi extraña teoría de que el mundo se toca por todas partes. Al lado nuestro, un supuesto padre juega con su hijo, me fijo en él, me recuerda a alguien de mi pasado. Pero rechazo la idea, no me imagino a esa persona siendo papá. Seguimos hablando. Los aspersores se ponen en funcionamiento. Santi y yo nos levantamos corriendo para no empaparnos. Y alguien dice: “¡Antonio!”. Me vuelvo y es el supuesto padre. Me quedó mirándolo, es José. Un antiguo conocido, compañero en el Instituto del Teatro, bailarín, actor, que cambió hace 10 años Sevilla por París. Nos abrazamos y le presento a Santi. Los dos se miran y se sonríen. También se conocen. Santi, antes de yo conocerlo, vivió en Sevilla… pero nuestra unión no viene por Sevilla, y conocía a José de cuando era camarero en el Lamentable, un antiguo bar Sevillano. José nos descubre que no es padre y que está haciéndole un favor a una amiga. Yo me sonrío y le digo a Santi… “No te das cuenta el mundo se toca”. Nos intercambiamos teléfonos y quedamos en vernos esa noche. Sigo con Santi recorriendo París y sus barrios, llenos de tiendas de moda, sobretodo el Judío y me quedo prendado por unas bermudas que me compraré mi último día en París.


Santi me presenta a su grupo de amigos y el Cox… un bar donde se reúne lo más florido y fornido y ciclado de París y alrededores. Además, París es un bullir de gentes, al día siguiente celebra su Orgullo Gay y yo ya que estoy aquí no pienso perdérmelo. José, el bailarín sevillano, se une al grupo y entre cervezas y pastis (una especie de anís con agua a la parisina) vamos desgranando recuerdos y contándonos nuestras vidas. La noche se presenta divertida. Me como el mejor perrito caliente que me he comido nunca y no exagero. Me divierto en los bares de copas y un italiano y su amigo francés se dividen mis besos… pero yo no tengo ganas de dormir con ninguno y me marcho a casa de lo más feliz.

Al día siguiente sigo descubriendo París, sus museos, sólo por fuera, el Louvre me impresiona… los grandes espacios, los puentes y el Sena.

Llega la hora de ir a la cabalgata del Orgullo Parisino y me apuntó a ella. Bailo en las calles parisinas. París es una verbena… y disfrutamos de sus calles, hablo con unos con otros… y por casualidad termino hablando con un nieto de emigrantes españoles de Martos… No me lo puedo creer, el mundo se toca. Le hablo de Martos, él me cuenta que fue cuando era un niño… que recuerda que las peonzas se llamaban trompos, que las pesetas las llamaban duros y que no se enteraba de nada porque todos se llamaban por motes. Me dice el mote de su familia, yo le digo el de la mía… Me pregunta por el pueblo. Le cuento que las peonzas siguen siendo trompos, que los duros ya son euros y que Martos está lleno de maricones… la mayoría aceptados y otros muchos siguen metidos en sus armarios pero como en todos sitios. Me río con él… y la noche se resuelve divertida y cambiante… conozco a más parisinos… pero estoy a punto de irme a dormir con un chico de Toulouse que me dice que vive en el barrio 20… como yo no sé que París es un circulo de números… me imagino que el 20 tiene que ser como Fuenlabrada y le digo que no… que mejor que nos quedemos por el centro… y con el concluyo la orgullosa noche parisina.

El Domingo recorro París en bici y me encuentro con Justo. El lunes, el martes sigo descubriendo barrios, avenidas, la famosa Torre… el arco del Triunfo, Los campos Elyses, la elegancia y la historia y la sangre de la plaza de la Concordia… amigos de Santi, Eneko me enseña el París de la moda, el París Petardo... el París canalla y me río con él... y me descubro ante sus monólogos..., comparto otra tarde con Justo y como más perritos… un verdadero placer… unos días maravillosos, tiendas, ropa nueva… de nuevo el avión y aterrizo el miércoles en Madrid. El día que empiezan la gran fiesta del Orgullo Gay europeo. Este año con un lema que me encanta: “Escuelas sin armarios”.



Madrid es una fiesta. Alegría… las plazas llenas de gente, de DJs, de barras, de gente bailando y bebiendo. Celebrando la diversidad y reivindicando que, aunque aquí según la ley todos somos iguales y diferentes, hay países, pueblos, provincias donde no es así y no es tan fácil y como aquí lo es. Por eso salimos a la calle a celebrarlo todos juntos… y pasamos 5 días de celebraciones… de abrazos… de bullas… de apretones... también son día para compartir con los amigos, de celebrar un año perruno y divertido… para reventarte, para conocer a gente… gente que desaparecerá a la mañana siguiente, gente que no llegará nada más que a un beso dado en mitad de una plaza… un beso maravilloso, único e irrepetible… Y bailas en la plaza de Chueca, en la plaza de los cines Luna, en la de Vázquez de Mella, en la plaza del Rey y en la calle Libertad. Y como si fuéramos adolescentes de “Física y Química” intercambiamos hielos y nos olvidamos de la gripe porcina… Y los cuartos oscuros se llenan de ciclados… Madrid se llena de ciclados... lo que le gusta a un maricón un ciclo… Y llega la cabalgata y me encaramo en la carroza del Fulanita de la mano de mi Cynthia y lo damos todo… me comunico desde la carroza con todo el mundo, grito, bailo… me siento feliz de ser como soy… y esa misma noche vuelvo a pinchar en la sueca… y disfruto viendo a la gente llena de alegría… y al terminar la noche, cuando de nuevo está amaneciendo… el orgullo me regala una sorpresa… Vuelvo a casa acompañado… hablando de cine, de Roma… de la casualidad de haber nacido el mismo día pero con años de diferencia… y me excito… y me gusta las casualidades que nos unen… y lo que nos diferencia… pero todo se acaba… y él se marcha… y yo me quedo solo… Bueno, solo no, a los pocos minutos llega Dani, que viene de dios sabe donde y con sus pupilas dilatadas de tanta vida, y nos encaramamos a la cama con Cynthia y Paco y los cuatro nos contamos nuestras respectivas noches y me siento feliz… de tenerlos tan cerca… los cuatro en una cama… narrando… riendo… sintiéndonos como una familia… Y se acaba el orgullo… y como dice Justo… ahora empieza el verano… ¿qué nos deparará…? Espero que en el corazón de este nuevo verano, haya un nuevo regalo para mí.