viernes, 29 de julio de 2011

RAÚL, SALVA, FLÁVIO Y VÍCTOR

Estaba deseando hacer esto, sentarme y no hacer nada, sólo escribir. Reposar a través de las palabras algunos momentos vividos.

Siempre he pensado en el placer de escribir en los cafés, en los trenes. Viajo camino de Barcelona... El ave hace que el paisaje corra por la gran ventana de la izquierda... Música en mi cabeza...

Pienso en estas últimas semanas... Me remontó al orgullo gay... Y al reencuentro con Raúl en una fiesta en donde todos íbamos hasta arriba de todo. Fue una noche mágica: yo estaba enrollándome con un chico guapísimo, canario. Volví la cabeza para ver a mis amigos y me encontré con Raúl. Nos abrazamos nada mas vernos, y el canario desapareció para mí... llevábamos meses sin hablarnos, sabíamos el uno del otro por Facebook. Del abrazo pasamos al beso y luego ya no hubo límites... Nos comíamos en mitad de la pista... Nuestros amigos flipaban y al final salimos de la disco empujando las puertas de emergencia y llamando la atención de los seguratas... Raúl por culpa de las drogas me decía que yo era el hombre perfecto y yo me sonreía sabiendo que era mentira... Pero como me gustaba escucharlo... Llegamos a mi casa y dormimos abrazados para dejar pasar el efecto de todo... Al despertar follamos como siempre... Luego se fue para no volver... Como siempre...

Raúl nació el mismo día que yo pero 15 años después. Nos conocimos una noche de noviembre. Me gustó. Nos vimos un par de días y luego desapareció. La noche del estreno del Día que nació Isaac me reencontré con él en una discoteca y lo invite al día siguiente a la función. Le encantó. Tomamos unas cañas y no lo invite a casa a dormir. Pero un día después apareció en casa para traerme el desayuno. La cama con él siempre ha sido cálida, cariñosa, íntima... Siempre se ha quedado después de correrse y hemos dormido juntos, abrazados y hemos compartido desayunos y comidas... Es el único chico que se ha quedado a dormir en mi casa... pero cuando se va ya no sé que puedo esperar de él... Aparece su bipolaridad... Su no entrega... Sus alejamientos... Él...

Cuando desapareció esta última vez, me dejó sumido en un bajón post fiesta... Y fui consciente de la necesidad de afectos, de lo cansado que estaba de follar por follar... Y decidí aislarme en la playa en busca de sol y tranquilidad. Constató lo necesario que es que para mí el deseo físico hacia el otro... A mis 40 ya no me la pone dura cualquiera... Y necesito que ese físico se enlace con alguien especial... En la playa aparece Salva... Un tiazo de 38 años... con la cabeza bien amueblada... Con cultura... Con el que se puede compartir mil y una aventura. Es amable, cercano, directo, culto... Guapo... Tremendamente alto... Pero su físico me frena. Me jode. Me hace que no deje volar la pasión... Y lo que podría convertirse en una historia se queda en una maravillosa tarde en la playa con atardecer incluido, ducha, polvo, cena, helado y un nuevo polvo donde yo no me vuelvo a correr... ¿Desde esa muerte del deseo se puede construir algo? No encuentro respuesta.

A la semana siguiente viajo hasta Lisboa y de nuevo me sobrevino otro encuentro del pasado. Flavio es bello, divertido, enigmático, frío y cálido. Supongo que no le gusto tanto como él me seduce con su mirada de niño. Volvimos a follar, lo habíamos hecho en plena calle Lisboeta cuando lo conocí por el mes de Octubre, esta vez si me dejo subir a su casa... Fue agradable dormir con Flavio pero el despertar te empuja a una despedida...y a un adiós junto a un supuesto ya nos veremos para un café... Un café que no llega y de nuevo te marchas de Lisboa con la esperanza de volver para compartir ese soñado café y volver abrazar ese cuerpo de niño de 28 años...

Y vuelves a Madrid y te encuentras que Víctor, un chileno de 23 años salvajemente atractivo en todos los niveles, te espera casi como si fueras su amante... Hacía tiempo que nadie me decía las cosas tan bellas que Víctor me dice mirándome... sin pudor... Una semana donde encontrar afectos siempre deseados en una relación y pocas veces alcanzados. De repente una madrugada el deseo se desata y nos fundimos en él sin ningún miedo para confirmar una amistad que está por encima de todo. Compartimos unos días en la playa... Con una extraña sensación de no saber que somos pero con la idea de que no hace falta colocarle nombre... Compartimos amantes... Nos reímos con ellos... Y el sexo nos hace más próximos... Víctor se marcha a Chile en 18 días, por lo que, sea lo que sea, tiene fecha de caducidad colocada en la tapa como si fuera un yogur... Aunque prometo ir a verlo para que me enseñe su vida transatlántica... Para seguir creciendo pero sin fecha de caducidad.

Y ahora Barcelona me espera... En este verano lleno de emociones... Lleno de vivencias... Quiero seguir sintiendo y quiero seguir analizando... Cada vez creo que tengo más claro lo que deseo... Sólo hace falta que el destino me lo coloque delante... Y yo sepa verlo y disfrutarlo.