viernes, 21 de noviembre de 2008

SEDENTARIO O NÓMADA

Hay días que quiero ser sedentario. Los menos. Pero ocurre. Y son los días donde se produce el bajón. Ya que miras a tu alrededor y te das cuenta que no tienes na de na… Na de na material ni emocionalmente estable. No tengo dinero en el banco, no tengo hipoteca ni piso, ni un trabajo, ni una pareja, ni hijos, ni herederos… Todo lo que te hace ser una persona normal, con anclajes allí donde estés. En esos días mi amigo Jesús me dice que soy una novelera por que me pongo terriblemente trágico. Pero esos días pasan, como pasa una canción triste y melancólica. Y de nuevo me sumerjo en mi mismo y en mi ritmo de vida… en un no parar… un no parar desordenado que no sé donde me llevará. Sé que soy inestable, perezoso, que me cuido poco… que tal vez me dé demasiado (pero me gusta que lo voy a hacer… ) pero es que me gusta recibir en la misma proporción… soy versátil… redondo… Y siempre ando buscando… como si nunca consiguiera la felicidad buscada… como sin saber lo que quiero, siempre lo estuviera buscando… pero sé que tiene que ser otra cosa… y por eso no dejo de proponerme opciones que me lleven a una cierta estabilidad… siempre descontento con lo que tengo y siempre queriendo más… Será una huida continua de mi mismo o una búsqueda continua de mi mismo ¿Cuál es la diferencia? ¿Para que sirvo? ¿Para que no sirvo? El caso es que aquí estoy… que ayer estrené en el centro de Madrid… en uno de los teatros con más solera de Madrid… un espectáculo grandioso y tras recibir el aplauso del público, sé que ese tipo de teatro, de producciones, de forma de entender el trabajo tampoco es lo que busco. Antes quería llegar a cuantas más personas mejor… ahora no… ahora sólo quiero que una persona me entienda. Una persona anónima… que se acerque, por casualidad, a mi blog, o algún espectáculo mío y se emocione. No puedo seguir vendiéndome… no puedo seguir regalando mi talento… No puedo permitir que otros me limiten…

Soy un nómada. Tengo que seguir este viaje de búsqueda vital personal… y en esa exploración personal tengo como única compañera la palabra… la escritura para expresarme… para llegar a algunas almas anónimas… pero mi viaje es mi vida… Ya sé quedó atrás esa pregunta con la que nos angustiaban de niños y adolescentes y jóvenes… ¿Qué quieres ser de mayor? Yo ya soy adulto, ya soy mayor… y sé que quiero ser yo. He llegado a mí… No soy médico, ni abogado, ni tintorero, ni profesor, ni electricista… No tienes porque ser nada… puedo ser muchas cosas… o ninguna… Sé que necesito el dinero para vivir , y maldita sea, me gusta vivir bien… lo acepto y no me rebelo… aunque tal vez debería hacerlo y sería un poco más libre… Lo que si me doy cuenta es que tengo algunos lastres que me impiden seguir caminando, algunas veces eres tú mismo y con ese lastre tienes que convivir toda la vida… pero otras veces son personas que me frenan… que me limitan desde su bondad o que hacen que yo mismo me limite ya que nos encontramos en momentos vitales y de crecimiento distintos… hemos caminado juntos pero es el momento de decir adiós… un adiós cariñoso y lleno de recuerdos… un adiós que nos invite a reencontrarnos en otro momento de esta vida… Tal vez sea el momento de liberarme de esos lastres y poder seguir mi camino con menos peso… algo más libre… es el momento de soltar amarras… de seguir caminando sin rumbo fijo y valorando, desde mi mismo y haciendo que los demás valoren mi palabra, mi escritura y mi forma de mirar y de observar el mundo para convertirlo en arte… en acción… en teatro… en palabras…

viernes, 14 de noviembre de 2008

LOS ESPACIOS

Los espacios, los lugares tienen alma… Me voy desnudando vitalmente por plazas, en bares, en restaurantes, en cines, en pisos que alquilo o en casa donde me invitan a vivir, en habitaciones de hospitales, en azoteas, en jardines, en piscinas, en escalinatas, en miradores, en cafés, en bares, en discotecas…en trenes, en aviones, autobuses, metros… En tanto lugares donde la vida se me ofrece sin máscaras y creo ser feliz por unos minutos, o unas horas, o unos días… me gusta recordar esos espacios… me gusta sentirlos como míos… ya que en esos lugares he dejado un trocito de mi mismo, un pedazo de mi corazón, un poco de mi sangre vital… ¿pero qué pasa si, por circunstancias de la vida, lo que ocurrió en ese lugar se convierte en un recuerdo amargo…? Lamentas que ocurriera y casi prefieres borrarlo de la memoria… Habrá personas que se nieguen a volver a dicho rincón… que quieran borrarlo de su memoria… Yo me niego… Prefiero exorcizar ese espacio… Volver a él… esta vez solo y recoger el trocito de mi corazón que dejé… Sentarme por unos segundos allí y mirar hacia el infinito y pensar y decirle a las piedras, a los desconchones de la pared, a la pintura, a la hierba que crecen casualmente por las rendijas de las baldosas, a las ventanas, a los edificios, al sol que alumbra ese breve espacio donde tú ya no estás… ni estarás…: “Estoy vivo… he sobrevivido… devuélveme lo que te di… no te lo quito… volveré de nuevo… lo estoy haciendo ahora… sólo quiero borrar… superponer este recuerdo al pasado muerto y enterrado… quitarle importancia a lo aquí vivido… sentirme importante en ti y para ti…” Habrá veces que necesites un avión para llegar hasta allí… otras veces una simple película servirá de terapia… Eso me ocurrió hace unos días… Hay una playa que para mí es mágica, llena de luz… de vida… donde he vivido momentos únicos… sobre ella hay una casa minimalista, pura, arquitectónica y única… con una piscina que se funde con el Atlántico…he visto crear esa casa… desde sus cimientos hasta convertirse en lo que es ahora… allí, cuando sólo era un solar, una semana santa de hace 9 años reconduje una historia de amor; apoyado contra su muro mientras los obreros hacían la mezcla para sus cimientos, otra semana santa, escribí un cortometraje que nunca rodé; la visité con mis amigos y la revisité con Rosana en un verano lleno de luz… Un verano después, en su playa, a sus pies, creí sentir la punzada del amor…

El mismo día que asistí al entierro de ese amor… para evadirme y olvidar el dolor… me metí en el cine… a ver la nueva película de Agustín Díaz Yanes, “Sólo quiero caminar”… en esa casa y sus alrededores, donde yo he dejado tantos trocitos de mi corazón… se desarrolla uno de los momentos más importantes de la película, el detonante… El encuentro de una de las protagonistas con el que será su futuro marido… Cuando la vi, quise salirme de cine… Sentí un cierto ahogo… pero reconduje mi propio dramatismo melodramático… y me dejé llevar por las imágenes que allí transcurrían: unas putas mamándoselas a unos mafiosos mexicanos, un mafioso que le pide a la puta que se la acaba de chupar que se casé con él, un asesinato a bocajarro a lado de la piscina con “la playa de los alemanes” a los pies, el Atlantico … y esos disparos fueron sanadores… no necesité viajar… Esos disparos habían matado el recuerdo… habían localizado “el núcleo del error” y lo habían aniquilado… habían amontonado un nuevo recuerdo… quitándole protagonismo al anterior… supe que mi destino era volver a viajar y amontonar… borrar las horas vividas y compartidas… volver a los sitios y dotarlos de un nuevo significado… llenarlos de verdad y aniquilar la mentira… Sólo me queda un sitio de los vivido en el que me es imposible entrar… Un sitio tan lleno de recuerdos, de años, de vivencias, de días, de noches, de amigos, de amor, de sexo, de música, de proyectos escritos, de descubrimiento, de amantes, de lloros, de cine, de teatro… Me refiero a mi casa en Sevilla… se la entregué tan solo conocerlo… y ahora allí han brotado nuevos recuerdos… que no puedo borrar… y sobre los que no puedo edificar nada nuevo… Pero me queda mucha vida… y muchas balas en el cargador… balas como las que aniquilaron mi recuerdo de la playa de los alemanes… balas que llenaran ese lugar profanado de vida.

martes, 11 de noviembre de 2008

MIS AMIGOS

Siempre puedes levantar el teléfono y llamar… siempre puedes mandar un mensaje y sabes que te responderán con otro… sabes que tienen un hueco en su cama para ti… si quieres huir puedes ir hasta Atocha y pedir un billete a alguna parte y sabes que en esa parte te estarán esperando… si tu casa te pesa y tienes que trabajar, sabes que puedes poner el culo en la suya y pasar trabajando toda la tarde… sé que puedo levantarme en mitad de la noche y acostarme con ella y que me abrace muy fuerte… sé que cuando flaqueo, tendré un consejo agradable o desagradable… sé que si necesito evadirme el jueves podré ponerme púo de gin tonic con ellos…o el viernes o el sábado o el domingo o el lunes o el martes o el miércoles y de nuevo el jueves… sé que si necesito viajar y no estar s-o-l-a, alguno se vendrá conmigo… sé que puedo hincharme de llorar con ellos y al segundo hincharnos a reír… sé que me respetarán si necesito estar solo, aunque en el fondo estarán muy preocupados… sé que me mandan toda su energía aunque estén bien lejos de mí… sé que no dejan de llamarme para ver como estoy… sé que están de mi parte… sé que sufren conmigo… sé que me entienden más que yo a mí mismo… sé que quieren lo mejor para mí… aunque yo no lo vea así… sé que querían este desenlace más que yo… sé que ven las cosas antes que yo mismo… saben lo que es lo mejor para mí… y a veces enmudecen, para que te equivoques, y a veces no te dejan que te golpees más… están alerta… te observan… y cuando no puedes más aparecen, aunque siempre están, y te arropan… y te cuidan y te miman… y te obligan a que te enfrentes a la verdad… y pasan contigo el mono… y te sacan a la calle o te piden que salgas… y poco a poco todo pasa… y tú sigues adelante y ellos a tu lado… y habrá un día en que a ti te tocará hacer de ellos con alguno de ellos… y así una vez y otra… con uno y con otro… y ellos otra vez contigo…y toma y “daca”… y por los siglos de los siglos amen… Gracias…

lunes, 3 de noviembre de 2008

AMAR, PARAR, OLVIDAR (complemento de la entrada "Al partir")

¿Por qué nos sentimos desengañados cuando alguien nos deja de querer? ¿Por qué creemos que el amor puede mover montañas? ¿Por qué nos sentimos frustrados cuando nos somos capaces de conmover al otro? ¿Por qué esperamos que el otro nos sorprenda, incluso en el último minuto? ¿Por qué esperamos… una llamada, una visita, un cambio de opinión…? ¿Por qué creemos que llevamos la razón? ¿Por qué no entendemos las razones del otro? ¿Por qué nos puede el orgullo? ¿Por qué nos sentimos despreciados? ¿Por qué todas las canciones de desamor parecen que están escritas para ti?

¿Cuándo te das cuenta que algo no funciona? Siempre es una señal… como si se iluminará una pequeña luz roja en tu interior… pero no le quieres hacer caso… La primera vez que vi esa luz roja, fue cuando estuvimos visitando el museo de la ruinas de Bolonia… algo paso… un comentario sin importancia…: “No me gusta el edificio”… y te preguntas, como si fuera un resorte: “¿seremos compatibles?”… La luz se apaga y tú sigues entregado al día, día… Ese mismo día la luz parpadeo un par de veces más… pero mis ganas de conocerle, de emocionarme… eran mucho más poderosas… Estaba dispuesto a entregarme… iba a él sin limites… Había llegado a ese, mi momento vital, abonado, preparado… mi cuerpo… mi mente… mi deseo… pedían… casi me exigían vivir una historia… necesitaba abrazos, besos, viajes compartidos, proyectos, ilusiones… E ignoré la luz roja. Me pregunto: ¿Él vería esa luz roja en su interior durante esos días?

Estaba cansado de polvos rápidos con desconocidos… polvos que son como pajas… de noches de caza para terminar en cualquier cama y donde el sexo sólo se disfruta a medias. Empecé a hacer el amor con él… me pareció maravilloso desde el principio… saborear su boca… entregarme a él sin miedo… con confianza absoluta… empecé a diferenciar lo que había tenido con lo que tenía… el sexo con él era bueno… el mejor… No el mejor porque no haya tenido otro sexo… sino porque sé comparar… Y sé que el sexo amplia su dimensión cuando se practica sin miedo… porque me gustaba mirarlo a los ojos… estrecharlo… sentirlo arriba o yo arriba, abajo, delante y detrás… Me sentía acoplado a él. Se lo decía… Le decía lo bien que estaba con él en la cama… y él no se lo creía… me decía que con toda la experiencia que tenía seguro que con él no era la mejor y que estaba exagerando… y él no se daba cuenta que la experiencia poco sirve… No hay comparación… cuando se ama y se siente… Se lo decía cada vez que follábamos… y yo notaba otra vez la luz roja… algo fallaba… Mi pasión no era su pasión… Maldita luz roja… la penúltima vez que hicimos el amor… le dije lo bien que me sentaba y lo bien que lo pasaba con él… le pedí hablar de sexo… comunicarnos a través de la palabra… y me dijo que de eso no le gustaba hablar… y ahora me pregunto ¿Cuántos límites?

¿Cuándo estás enamorado los límites existen? No… Los límites desaparecen, el amor hace que todo caiga… que los miedos desparezcan porque el amor te libera… Ese es el amor verdadero… Pero existen imitaciones… sentimientos que confunden… necesidades que te hacen creer que estás enamorado… pero cuando lo estás de verdad los proyectos se posponen, el otro nunca se te presenta como una molestia… como una intromisión en tu intimidad… eres capaz de cambiar planes… porque necesitas al otro a tu lado… Dejas de tener miedo… no te avergüenzas del otro… ni le pides que cambie… porque no hay cambio, hay complementación… sobre todo en el principio… el guante encaja a la perfección… todo se acopla… la tuerca rueda sobre el tornillo… fácilmente… pero ¿qué pasa si el guante se encaja? ¿o aprieta? ¿o queda pequeño? ¿o la tuerca se resiste? Tal vez es que no se está preparado para apreciar ni vivir ese sentimiento… No es tu momento… no pasa nada, o tal vez esa no sea tu tuerca o tú la mano que llene ese guante… y tienes que seguir buscando guantes donde cobijarte o tornillos que te penetren…

Reconocer que no es tu momento o que el guante no te gusta es doloroso… Yo durante años intenté encajar en un guante que no era el mío… emocionarme cada vez que el tornillo me atravesaba… era incapaz de posponer, de cambiar planes… Me conformé… y dejé de buscar, de sentir… sabía que lo que sufría por mi parte no era amor… pero me contentaba cobarde… Ahora entiendo de que sirve el pasado… ahora entiendo que se aprende… Durante estos dos meses, había veces que me sentía exigiendo cosas que me habían exigido en mi pasado… que me escuchaba diciendo frases que me habían dicho… me descubría pidiendo cosas que me habían pedido… Por eso no he necesitado años para reconocer, para leer la situación… he detectado el fallo… he visto a luz roja… y tras unos días de lucha he sido capaz de parar… de decir no, no hay amor… sólo hay reflejos, falsas imitaciones… y es el momento de saltar… es el momento de sufrir pero lo mínimo posible… Es el momento de parar…

Parar… que difícil es concluir… poner un punto y final… sobre todo cuando se siente… hay que ser terriblemente frío… evitar ver, evitar llamar , evitar mandar un mensaje, un email… evitar un encuentro, evitar una nueva conversación, evitar una contestación, evitar canciones que estén llenas de recuerdos… evitar… Y tienes necesidad de mandar mil y un mensaje… o hacer llamadas o presentarte delante de su puerta y llamar y decir: “estoy aquí”… Sobre todo hay que evitar pensar que el otro va a darse cuenta de lo amarga que es tú perdida y ese, supuesto, dolor va a hacer que sienta , que reaccione y el amor que no ha experimentado por ti aparezca como si fuera un milagro… pero los milagros no existen… Y es en esos momentos cuando debemos ser fríos, racionales, calculadores… ¿y el problema es cómo serlo?

Primero o después días de luto… días de lloros, días de cansar a los amigos con la misma historia… de repetir una y otra vez lo mismo… de intentar explicar lo mal que estás… de asimilar la perdida… asimilar que no vas a volver a hacer el amor… que no lo vas a besar, ni a tocar… ni a sentir las cosas que has sentido… que no se cumplirán las cosas que imaginaste… no viajes, no cenas, no cines, no paseos… no peleas tontas, no discusiones… no vacaciones compartidas ni días de paro a medias… Olvidar… Olvidar…

¿Cómo se olvida? Hablando… bebiendo, drogándose, bailando, leyendo, viendo películas, cenando con amigos… evitando estar a solas… estando a solas si lo necesitas, follando cuando lo necesites, y siendo consciente que no va a ser como era… sólo es un desahogo… una explosión… una paja compartida… llorando y riendo… conociendo a gente, sorprendiéndote por otra gente, mirando el mar, viajando… Viviendo… Sólo se puede olvidar viviendo… Viviendo… porque vivir duele y sana. Y tal vez dentro de unos meses… cuando la herida se haya cerrado… y tu cuerpo se haya preparado vuelvas a confiar en el amor.

Al partir

He decidido decir adiós. Mantengo el móvil desconectado gran parte del día. Devuelvo sólo las llamadas que me interesan. La soledad me aterra. La noche más. Bendigo los gin tonic. He descubierto la BOMBAY SHPHIRE. Espectacular. Y más espectacular aún si le restriegas por el borde unas rodajas de limón. Los mojitos se han quedado olvidados como el verano. Tengo la sensación de que todo ha sido una gran mentira. Otra historia más que yo mismo me he inventado y a la que no he sabido darle el final deseado. Y como todos mis finales, triste y desolado. Félix entraría en discusión conmigo para que le cambiara el final, pero es que la vida, por lo menos la mía, no cree en los finales felices. Si lo pienso y analizo el detonante, la historia ya preconizaba un final así… Todo empezó con una advertencia… “No va a pasar nada esta noche”… Y la advertencia, en lugar de invitarme a la retirada, me provocó y me puso a prueba para ver si sus palabras eran sólo palabras. Pero gano la partida y ese maravilloso amanecer lisboeta fue eso... palabras y palabras… nunca acción… y en ese momento debía haberme retirado… no haber intercambiado el móvil… No era ningún reto. No. Sólo era una persona que caminaba y que por unos segundos se había cruzado conmigo, en una ciudad luminosa… y que tenía muy claro lo que quería… igual que yo… yo buscaba y él no buscaba absolutamente nada. No tenía que haberle mandado ningún mensaje más… Ni haber llamado a su móvil. Ni pasar horas hablando que a Vodafone le parecía gloría. Tenía que haber viajado a Cádiz con Rosana, con José, con las niñas y con mi maestra… Haber compartido con todos ellos ese último fin de semana de agosto. No tenía que haber dejado de comerme las uñas. Ni haber regalado mis manos. Devuélvemelas. Ni haberlo invitado al cumpleaños de Félix. (A ti sí Dani). Ni haberle presentado a mis amigos. Ni haberle enseñado mi cama. No tenía que haberlo besado en la calle, ni en la discoteca, ni en los baños… No tenía que haber seguido hablando por teléfono con él… horas y más horas… No tenía que haberlo invitado a mi estreno, de esa forma no lo habría vuelto a ver. No tenía que haberle dicho: “te quiero como los africanos, sé que te quiero ahora… mañana ya se verá.” No tenía que haberlo despedido en Atocha. Las despedidas son bellas y dolorosas cuando crees que estás enamorado. No teníamos que haber disfrutado juntos de Madonna… Cynthia, Madonna era para ti y para mí y encima discutimos… No tenía que haberle apañado un piso donde vivir… joder… ese piso, esa casa, representaban para mí, una de las épocas más doradas de mi vida… ahora la he manchado… Ni haberme bañado con él en Cabopino. No tenía que haber ido a Sevilla… Ni haber cenado con él pizza en mi pizzería favorita, ni compartir helados en raya… ni caminar por mis calles de Sevilla… No tenía que haberle ayudado a limpiar el piso… No tenía que haber conocido a sus amigos… bueno en realidad no los conocí… Teníamos que haberlo dejado en ese momento… tal vez lo hicimos… pero no conscientemente… Y llegó la fiesta de mi cumpleaños… no tenía que haberte invitado… No te enfades. No te duela… Nos equivocamos… Los dos… yo por querer y tú por dejarte querer. No era tu momento… Ni el mío. Cada uno viviendo su vida… y nos encontramos… yo te hice reír… y eso fue lo máximo que teníamos que haber compartido… unas risas… y un adiós… tal vez nos volvamos a ver… tal vez no… Espero olvidar pronto. Espero que mis heridas se cierren sin mucho dolor. De todas formas gracias… gracias por hacerme sentir.