martes, 24 de febrero de 2009

MI VÍA REVOLUCIONARIA

Mi amigo Paco me lleva en coche hasta la zona de Teatinos. He quedado con una pareja de chicos. Estoy nervioso. No por el hecho de quedar con una pareja… no es la primera ni será la última. Paco me lo nota y me pregunta: “¿qué te pasa? Parece como si fueras a un examen… y has quedado pa follar”… Y le confieso la verdad: “Paco, están buenísimos… por lo menos en las fotos… no sabes los cuerpazos que tienen…” “¿Y por eso te pones nervioso?... si quieres te espero…” “No, no hace falta… tú vete… luego te llamo y te cuento”… Nos damos dos besos y nos despedimos… Yo ignoro que mi amigo se va a quedar un rato esperándome... preocupado… Él admira que los gays podamos hacer esto… quedar con alguien, sin conocerlo, sólo para pegar un polvo… Yo estoy seguro que los heteros también lo hacen pero lo cuentan menos o tal vez lo hagan menos… o tal vez sean más aburridos… no lo sé ni me importa… y menos en estos momentos… con la excitación que llevo encima… Los chicos son guapos de verdad… uno de ellos, según Cynthia, que lo ha visto en las fotos se parece a Richard Gere pero con mejor cuerpo y el otro es un tiazo que tira para atrás: rapado, fuerte con barba de varios días… Mientras me acerco al bloque me pregunto: ¿les gustaré?... Yo que soy un tirillas y me veo gordo… menuda contradicción para ir con seguridad a follarse a dos tiazos como estos… Llamo al portero: bloque 7 5c… Me saluda una voz masculina… Soy Antonio le digo y me da un código para que abra la puerta. Es un bloque residencial… tiene muy buena pinta… con una gran piscina en el centro… camino buscando el bloque 7 y empiezo a acordarme del libro que me acabo de leer y de la película que vi la otra noche: “Vía Revolucionaria”…



¿Por qué las parejas no funcionan? ¿Por qué nos creemos especiales? ¿Por qué dejamos de amarnos? ¿Por qué nos traicionamos cuando somos dos? ¿Por qué soñamos con cosas que nunca haremos? Encuentro el bloque número siete. Entro en él y llamo al ascensor… Las preguntas que he formulado empiezan encontrar respuestas en mí… Recuerdo mi última traición… hace poco más de dos años… ideé emigrar… escapar… alejarme de España… mi Ítaca era Buenos Aires… lo tenía todo preparado… todo… dejaría el teatro de Martos y me marcharía bien lejos… tenía paro suficiente… dinero ahorrado para empezar allí una nueva vida… contactos en el mundo del teatro… mi amigo Antonio me ofrecía otros en el mundo de la televisión… pero todo se frenó… cuando me senté delante de la concejala para decirle adiós, que me iba y que se metiera su teatro por donde más le gustara… (me imagino miles de sitios por donde ella se lo metería) ella ,cruzando sus piernas, hizo una contraoferta… ¿Por qué te quieres ir? ¡Quédate! ¡Vive donde quieras… lo único que tienes que hacer es programarme mi teatro! Y de repente me vi con la posibilidad de seguir con un sueldo fijo… tentado por su palabrería… “eres el mejor… no me puedes dejar tirada…” pero lo único que hice fue traicionarme… me dije: “Argentina siempre estará allí… que más da un año más…” Tal y como hace Frank Wheeler en Vía Revolucionaria me doblegué, me sometí… fui un Frank Wheeler pero con una diferencia… yo no arrastraba en mi cobardía a nadie… sólo a mi mismo… Pero esas son las pequeñas traiciones que te dejan huella… y el ascensor ha llegado al 5º piso… me bajo con miedo… llamo a la puerta c y me abre uno de los chicos… Menudo piso… joder… menudo tío… Me presento… él me dice su nombre… pero ya no lo recuerdo… es Richard Gere de joven y musculado.. me hace pasar al salón… un gran ventanal… una gran pantalla de plasma emite videos musicales… aparece el otro chico… joder… rapado… con barba de varios días… me dice su nombre… tampoco lo recuerdo… me ofrece algo de beber… pido cola Light… no tienen y me ofrece Fanta de naranja Light… se marcha a la cocina… yo miro un segundo el hipad que lo tienen conectado a un Pioneer… el Richard Gere se me acerca… yo me acerco a él comienza a besarme… llega el otro hombre… “ya veo que no me esperáis…” dice y se coloca detrás mía… me besa el cuello… yo me dejo besar por los dos… rápidamente las camisetas desparecen de nuestros cuerpos… empezamos a devorarnos… el pezón de uno… el sobaco de otro… su polla… mi polla… otra polla… el culo… mi culo… mi estomago… los pantalones… los cinturones… tres calzoncillos Calvin Klein… unos negros, los míos y dos blancos los suyos… me invitan a pasar a su dormitorio… una gran cama de matrimonio… llevan casados unos años… se conocieron hace diez… ambos estaban casados con dos mujeres… pero cuando se vieron, se dieron cuenta que no podían seguir con esa mentira… uno de ellos tiene dos hijos… uno en la universidad… otro de 11 años… es como el hijo de ambos… y mientras nos contamos las vidas… follamos con pasión… ellos me follan… yo me los follo… yo en medio… yo sobre uno… lo penetro… el otro me penetra… me empuja y yo empujo… un porrito para descansar y sigue la fiesta… Y vuelvo a pensar en Frank y en April y en su Vía Revolucionaria… entiendo en ese momento que las mentiras no sirven de nada… que una relación hay que construirla desde la verdad… sin tener miedo a los fantasmas ni a los deseos ocultos del otro… contar… hablar… madurar juntos… atreverse a romper una y mil barreras o tal vez no romper ningunas porque no se necesitan… esa es la única formula para seguir juntos en una buena temporada de felicidad… nos corremos… los tres, más o menos a la vez… seguimos hablando… con los espermas mezclados en nuestras barrigas… la santa madre iglesia, tal vez, nos condenaría… pero yo por unas horas he sido feliz… hablamos de viajes… de cruceros… de fiestas… de drogas… de libros y de cine… me invitan a ducharme y lo hacemos los tres juntos… me visto y me llevan a la estación… Me despido con un: “tal vez nos volvamos a ver…”. Me monto en el tren y vuelvo a pensar que todos tenemos una Vía Revolucionaria que no debemos nunca traicionar.

viernes, 13 de febrero de 2009

POR FIN ES VIERNES

Es viernes y la biblioteca está casi sola. Mesas con dos o tres personas que leen, estudian o trabajan en el ordenador. El sol “arrogante y español” entra por las ventanas. Nada invita a estar aquí sentado. Solo algunas ideas o frases que de forma desordenada van saliendo de mi cabeza y que empieza a completar el guión que debo presentar dentro de tres viernes. A mi lado izquierdo sentado en otra mesa hay un chico que deja que miremos sus slips que sobresalen de sus vaqueros… una chica se levanta y se marcha… otra subraya apuntes… otro bebe agua de una botella… otra juguetea con los rotuladores fluorescentes… otro mira al vacío. Yo observo, escribo. Miro hacia abajo: me gustan las nikes de un chico… blancas y con el símbolo nike en rojo. Pienso en ir a comprarme unas zapatillas de deporte… Me duele un poco la cabeza y me doy cuenta que no me he tomado un café… Pero es la una y media y no es hora de café… ¿Por qué no?... Se me ha olvidado apagar el móvil… menuda vergüenza… pero nadie parece escuchar mi melodía… Bajo a los baños… hablo con él… quedamos esta noche a las nueve y media en casa de Jesús y Joaquín… Me doy cuenta que hasta esa hora… tengo toda la tarde para mí… para hacer aquello que me apetezca, que estoy solo… Mentira, me doy cuenta que tengo que ir a recoger a Inma a las ocho a la estación… de todas formas son muchas horas… horas para rellenar en lo que me plazca… que no deseo compartir con nadie… tan sólo conmigo mismo… Lo primero es apagar el ordenador… salir de esta esplendida biblioteca… llegar a casa, soltar el macuto… ponerme los cascos y caminar hasta el primer Starbucks que me cruce… un café con un shot más… un sándwich y seguir caminando por Madrid al ritmo de la música de mi ipod… recorrer tiendas… y como ya estoy pensando que me voy a ir de la biblioteca, he dejado el móvil encendido y ahora es Félix… que me cuenta que le apetece la fiesta de esta noche… y quedo con él en la medianoche del viernes al sábado… estaba pensando que iré al Fnac y me gastaré un vale de descuento en un regalo que tengo pendiente para Rosana… luego caminaré por Gran Vía y me meteré por Fuencarral… espero saber controlarme… y no comprarme nada… joder… pero unas zapatillas… tal vez quede algo rebajado en Adidas… tal vez no… y cansado de caminar, de mirar y tal vez de comprar… me plantearé como terminar la tarde… ¿una pelí y un café o un polvo?... y tras lo que sea... pero que sea bueno... Recoger a la Boni… llegar a casa… ducharme… tal vez estrene un chaleco que me compré hace un par de semanas… tal vez estrene zapatillas… tal vez… nos vayamos caminando hasta el piso de lujo de Jesús… cenita entre amigos y fiesta en Romanones… que más puedo pedir… por fin es viernes… Un beso a todos…

lunes, 9 de febrero de 2009

CHRISTINA ROSENVINGE ES DIOS

El pasado sábado disfruté como un enano viendo en directo a Christina Rosenvinge… me gusta Christina desde siempre… desde antes que fuera Alex y Christina… Recuerdo cuando presentaba FM2, creo que con Diego Manrique…, subida en una mesa, con una postura nada decorosa daba pié a los mejores videos de los ochenta… Ella me excitaba en silencio y yo no lo entendía… Disfruté con su etapa pop y no me perdí su participación en la OTI… pero yo sabía, como buen amante secreto, que lo mejor de ella estaba aún por venir… Y llegaron dos discos maravillosos de Christina y los Subterráneos… con canciones que ya son parte de mi memoria musical y sentimental: “1000 pedazos”, “señorita”, “Tengo una pistola” (eso es una declaración de intenciones), “Muertos o algo mejor”, “Días grandes de Teresa”… y que rescató, desde hoy, para el concierto de la otra noche… Christina sabe estar en un escenario y con clase… sencillez, sin pose y mucho sexo en cada una de sus interpretaciones, y con un pedazo de banda de machos que olían a testosterona tras ella, destripó su último gran disco y lo mejor de sus anteriores interpretaciones… porque aunque nadie lo reconoce… sus tres discos anteriores (con casi todos sus temas en ingles) es de lo mejor que se ha hecho en la música española… Christina Rosenvinge es grande… muy grande… y junto a Michelle Pfeiffer las únicas mujeres de hacer que me replanteé mi sexualidad… por esa razón escribí un monólogo con el que abría una obra de teatro que se llamaba “El día que te vi” y que Félix Gómez supo interpretar como si fuera yo… y decía así:

“Yo quiero que mi chica sea como Cristina Rosenvinge. Rubia, moderna, danesa, que lleve las calzas a media rodilla, con pinta de viciosa... Es principio de verano, son las fiestas de mi barrio. Y ella actúa allí con Alex... ¡Alex y Cristina! Se siente incómoda dando ese espectáculo... En mitad del concierto me mira pidiéndome ayuda. Yo le alargo mi mano y la bajo del escenario. La subo en mi moto y huimos a un motel de carretera. En la habitación 405 nos saquemos la ropa a bocados, nos duchamos, follamos como salvajes en la bañera, el suelo, en la mesa... En la cama me ata a la cabecera con unas esposas, me chupa todo el cuerpo, me pega con un látigo, tomemos drogas y no paremos de follar en varios días... Entre suspiros de placer nos confesamos lo mucho que nos amamos y nos convertimos en una pareja moderna, viciosa, alemana... Yo soy escritor maldito y ella cantante de rock indie... Tenemos muchos amantes, compartimos nuestros secretos más morbosos y somos eternamente felices. Hago chas y aparezco a tu lado me despierta en mitad del concierto. Y asumo que todo ha sido un sueño, sólo un sueño... Ah por cierto, nunca más la volveré a ver.”