sábado, 6 de diciembre de 2008

UNOS ZAPATOS GRISES EN ALFAMA


Unos zapatos grises, de mujer con tacón que han podido ser elegantes en otra época, con un sabor decadente, llenos de vidas pasadas, sobre una papelera de una cuesta de la Alfama. ¿Por qué? ¿De quién son? ¿Qué hacen ahí? ¿Quién los ha dejado? Mi cabeza se llena de preguntas que se transforman en extrañas e inquietantes historias.

1/ Una mujer corre sin orden, sin dirección. Se frena de repente. Se quita los zapatos. Los coloca sobre una papelera. Sigue corriendo.

2/ Una chica extremadamente delgada, ojerosa, tambaleante camina por la Alfama. Se sienta en un escalón. Saca un arrugado papel de plata. Lo llena de polvo amarillento. Con un viejo encendedor, naranja bic, quema la plata. Con un turulo del mismo papel arrugado esnifa el humo de la felicidad. Su rostro se ilumina. El orín recorre sus piernas. Empapa sus zapatos. Baja por las cuestas de la Alfama dirección al Tajo. Se quita los zapatos mojados. Se sienta en el escalón de una ruinosa casa y se duerme lentamente. Una mujer sale de la casa. Ve los zapatos, húmedos, tirados en mitad de la acera. Por no tropezarse con ellos, los coge y los coloca sobre la papelera.

3/ Empieza a lloviznar en Alfama. Una mujer camina con prisa bajo la lluvia bien resguardada bajo su chubasquero y su paraguas. Ve una papelera. Se frena en seco. Se quita el chubasquero. Se quita los zapatos. Mete el chubasquero dentro de la papelera. Coloca los zapatos sobre ella. Y comienza a caminar disfrutando de la lluvia en la Alfama.

4/ Un hombre ha montado un tenderete callejero en la Alfama. Sobre una sabana vieja hay: libros usados, discos usados, películas de VHS, algún CD sin sentido, álbumes de fotos, un reloj viejo que siempre marca las seis y diez, figuras de plástico de un belén, una correa de cuero y unos zapatos grises de tacón. Comienza a llover. El hombre recoge con rapidez. Hace un hatillo con la sabana de matrimonio. Lo ata con la correa. Cuando se la va a echar al hombro se da cuenta que ha olvidado los zapatos de mujer. Los mira. Duda que hacer. Sonríe. Los coloca sobre una papelera. Se marcha cuesta arriba hacia el mirador de Gracia. La lluvia empapa el hatillo.

5/ Un grito. Unos zapatos de mujer grises caen a la calle. Un niño que juega con su pelota se sorprende al ver lo que le ha caído del cielo. Deja de jugar. Mira los zapatos. Se acerca con curiosidad a ellos. Se los prueba tímidamente y poco a poco comienza a divertirse. Mira la pelota y le da un fuerte puntapié. La pelota rueda por la cuesta de la Alfama sin rumbo. El chico sigue jugando con su nuevo juguete toda la tarde. Una mujer grita su nombre. Se ha hecho de noche. El niño sorprendido se quita los zapatos. Los coloca sobre la papelera y se marcha.

6/ Amanece en la Alfama. Un travestí baila feliz y canta vital. Siente un punzamiento en sus grandes pies. Mira a los zapatos. Se los quita y les dice: “No voy a permitir que nada ni nadie me hagan más daño.” Los besa y los abandona sobre una papelera. Se marcha cantando, bailando, viviendo.

7/ Un chico va cargado de macutos, subiendo las cuestas de la Alfama. Va perdido. Busca una dirección. De repente el peso se le hace insoportable. Se descuelga todos los macutos. Empieza a buscar algo dentro de ellos. Tras mirar en todos, en el fondo de la última maleta, encuentra lo que busca. Saca unos zapatos de mujer. Los mira con odio. Los coloca sobre la papelera y sigue caminando, sigue buscando su nuevo hogar… Algo más libre.

8/ Una mujer observa Lisboa desde el mirador de San Pedro de Alcántara, en el Barrio Alto. Amanece. Mira su zapato derecho, se lo quita. Lo arroja con fuerza al vacío. El zapato vuela sobre el Rossio. Se eleva hasta el mirador de Gracia. Cae al suelo y rueda por una cuesta de la Alfama. Un tranvía lo golpea, lo hace saltar y cae sobre una papelera. La mujer en el mirador se vuelve a quitar el otro zapato y lo arroja a la ciudad. El zapato vuela a través de Lisboa en busca de su par.

9/ Un viejo encorvado camina con dificultad subiendo una cuesta en la Alfama. Ve unos viejos zapatos de tacón grises tirados en mitad de la calle. Los mira. Los recoge con dificultad y los acaricia. Saca de su cartera una vieja, arrugada y manoseada foto en blanco y negro. La mira, en ella un hombre y una mujer jóvenes, guapos, bailan felices en una verbena. El viejo acaricia los zapatos. Los coloca sobre una papelera. Mete la foto en el zapato izquierdo, se quita su reloj y lo mete en el derecho. El viejo se marcha andando con dificultad cuesta arriba.

10/ Una ambulancia llega en mitad de la noche a una calle de la Alfama. De ella se baja unos médicos. Se acercan hacia una chica yonki, que está inerte sentada en el escalón de entrada de una ruinosa casa. Intentan reanimarla sin éxito. Tal vez esté muerta. Los médicos la meten dentro de la ambulancia. Va descalza. Nadie se da cuenta. La ambulancia se marcha. Unos zapatos grises de tacón quedan sobre la papelera. Solos en mitad de la noche.

9 comentarios:

Amador Aranda Gallardo dijo...

Me ha encantado.que historias mas bonitas...preciosa imaginación. QUe bien le sientan a tus musas los viajes. Besos guapo

imc dijo...

que chula!! ...
me quedo con la 6! y tu??
Muchos besos!!!!!!!!

patry dijo...

Creo q sería una obra de teatro maravillosa.
En el escenario los zapatos sobre la papelera, la calle, el asfalto, y las mil historias q has contado, una a una representadas...q te parece?
besos

Anónimo dijo...

Y algo de ciencia ficción...jaja

"Tras cinco siglos de observación, una civilización alienígena residente en la constelación de orión decide utilizar su elevado alto de desarrollo intelectual para mimetizarse, en pleno centro de Lisboa, en unos zapatos de tacón y empaparse, mediante una observación detallada, día a día de las mil y una historias que acontecen en nuestra civilización. La Humana."

Anónimo dijo...

Me encanta la foto... las historias, cómo las cuentas... Yo me quedo con la 7, por aquello de amores perdidos, saber olvidarlos, aligerar peso...
Y de acuerdo con Patri... esta sería una obra digna de ver y emocionarse con ella. Seguro que algo has pensado ya...
Besos, besos, besos...

raizes dijo...

estoy con patri creo que seria una buena obra de teatro, hay ya tienes tema.con una puesta en escena un poco mas fuerte. tu puedes¡¡¡

tengo ganas de verte antoñito.
este finde actue con castellucci. ya te contare. besistos

el tacon y la papelera fun fun fun el tacon y la papelera fun fun fun
ha venido una modelo a lisboa a desfilar, se ha dejado los tacones encima de una papelera fun fun fun

besos desde murcia

Diego Canalla dijo...

¡¡CABRÓN¡¡¡ Eres absolutamente insuperable. Voto tambien por el 6/. Por que sigo cantando, bailando, y sobre todo viviendo.
Orión sigue de par en par...Sabes que te quiero.
Cuidate¡¡

Justo dijo...

11) Una chica española se marcha definitivamente de Lisboa, donde ha cursado su Erasmus. La noche anterior le robaron la cartera, un amigo le ha dejado dinero pero no lo suficiente para un taxi, y marcha sola arrastrando un maletón y dos bolsas donde ha debido meter todo lo de estos meses pasados, la ropa, los recuerdos, los libros, los zapatos.. los zapatos. No le va a dar tiempo a este paso a llegar a la estación y una de las bolsas, que es de papel acartonado de Zara, cede.. y los enseres se vuelcan. No puede más: pero ha de elegir. Hay bultos -pocos- que caben en la maleta, pero otros no.. ¿qué dejar? Los zapatos de tacón, que le recuerdan una fiesta que se dio francamente mal, en la que se enrolló con un gallego que había conocido previamente en una sala de la zona del castillo, el Santiago Alquimista.. el tipo resultó ser luego un tiranuelo, y siempre le había dicho que no le pegaban esos tacones, que ella era muy tirada para llevar un calzado de tanto glamour.. "¡Que te den!", pensó mientras se deshizo de ellos definitivamente, mirando el reloj y volviendo a correr, exhausta ya.

Clara dijo...

Me encanta la foto y aún más las historias. Me quedo con la 9... en el fondo, soy una romática.

Te envío la mia:

Hacía tres años que había muerto la tía Blanca y desde entonces guardaba en el armario los stilettos que mamá tiró a la basura. “Olvídate de los zapatos de la tía, solo te proporcionarán dolor y sufrimiento, como a ella le ocurrió”, me dijo tajante.
Así, en aquel viaje a Lisboa, quise llevarlos de paseo al pasado. En una primera sensación, me sentí joven, bonita, feliz, ligera como un suspiro. Pero, conforme iba subiendo una de las cuestas de Alfama, el dolor me iba ganando con intensidad. El lamento de los amores perdidos, el resquemor de mis fracasos, el abismo de mis recuerdos, iban pasando factura a mi insensatez. No tuve opción, allí mismo, junto a una papelera, con una mirada de disculpa, me despedí de ellos.

Un saludo,
Clara