martes, 6 de octubre de 2009

DIEZ MINUTOS

Diez minutos para desahogarme escribiendo. Mientras vuelvo a escuchar a Bon Iver. No sé que hacer, que decisión tomar. No es fácil dejar de querer. Pero algo ocurre, algo te frena y te quedas bloqueado: Un ilógico ataque de celos. Luego se arrepiente y llora, llora como un niño… y tú lloras con él… pero ya nada es igual… ¿quién puede soportar el lloro de un niño? Desde ese momento no fijas la atención en nada. No eres capaz de leer la prensa. El libro, que tienes a medias, deja de interesarte. Te cuesta elegir música, es más prefieres ni ponerte los cascos. Intentas escucharte. Intentas escuchar a los demás. Nada te consuela. Decides no acelerarte. No tomar ninguna decisión de la que luego te arrepientas. Caminar desde nuevos ministerios hasta gran vía, pararte en la Sueca, compartir un café, seguir de compras con los amigos, ver atardecer desde la terraza del Oskar en Madrid… Una cena secreta con una garza majestuosa… Llegas a casa. Duermes… Pero al despertar… Nada, todo sigue igual. Pero la sensación es física. Sé donde ubicarla. Es angustia. Es como si una manzana o un huevo se te alojara un poco más abajo de la garganta y un poco más arriba del corazón y no puedes expulsarlo. Te ahoga. ¿No hay un espidifén que lo haga desaparecer?

6 comentarios:

Unos zarcillos pa mi luna : dijo...

Pienso (aunque esto contradiga posteriormente mis actuaciones) que es un acierto quedarse "inmóvil". También pienso que no hay que fichar para tomar algunas decisiones. Así muchas veces la propia inercia de las cosas es la que resuelve. Sin tener que perder un ápice de energía en forzar el tiempo ni el resultado.

Te quiero, y te estoy echando de menos.
R.

patry dijo...

No...de hecho según la medicina de moda: homeopatía; ésta sensación que describes simboliza el querer decir algo y tenerlo reprimido, así que si te quedas sin voz es síntoma tb de éso.

Con respecto al llanto de los niños...ya me dejaste ayer traumatizada con la pregunta, me diste en un clavo clavado clavadísimo en las entrañas, pero era mi niña, su llanto, no el de otr@...piensa y haz siempre lo que veas conveniente para tí, sólo para tí.

Un beso amor

Inmaculada Pedrosa dijo...

No se cual fue el contexto ni como ocurrió, tu eres el que has de valorar la situación... pero no olvides que a veces las situaciones las magnificamos y otras le quitamos importancia. Es necesario tomar distancia para ver con claridad y es normal que dentro de ti se remuevan muchas cosas. Pero no tiendas a comparar, cada persona es diferente, es un mundo y hay que conocer y hablar y a partir de ahí sólo tu tienes la respuesta.

Con todo el amor

Anónimo dijo...

Diez minutos pueden definir una vida... corroboro a la zarcillos... muchas veces se necesita parar y mirar las cosas desde fuera, como si no fueran contigo.

Los celos son inevitables, pero hacer llorar a un niño es aún más inevitable... sea como sea, un niño, tarde o temprano, acabará llorando por lo que quiere en ese momento.

Diez minutos han servido para prestarme la maravillosa voz de Bon Iver y aliviar mi fiebre.

Te beso y te cito (os cito) en el nuevo blog... os dije que volvería, lo necesitaba...

Un abrazo.

Diego Canalla dijo...

Perfecta la decisión de no decidir nada. Sigue moviéndote a tu ritmo. Haz lo que estas haciendo. Encontrarse raro no debe ser ninguna novedad a estas alturas, así que deja que el horizonte se vaya despejando poquito a poco y cuando vuelvas a visionar en toda su amplitud el lugar y el momento te me vistes de cometa y ya vas viendo.... consecuente, sereno, sabiendo que el viento va a soplarte de levante.

Eres un amor, no te olvides.

Justo dijo...

Ya te han dado muy buenos consejos... mejor que los espidifenes, que son buenos para la resaca pero poco más.

Lo mejor, como siempre, es tu capacidad de sentir, en lo bueno y en lo malo. Ahora, poco a poco te quitas ese nudo de la gargante y vuelves a respirar hondo, para paladear las cosas hermosas que te rodean, las que tú mismo produces.

Un beso