Tengo el oído taponado… y soy dos en uno. Cada día lo tengo más claro… me gustaría vivir una doble vida… ser dos personas… poderme dividir… y que cada uno viviera libre sin tener que rendirle explicaciones al otro. Dentro de mí conviven dos seres opuestos y eso me hace ser contradictorio, cambiante, voluble, inconstante, inestable… Pero lo que he dejado de ser es un inconsciente.
Ahora sé que dentro de mí vive una persona que le gusta el orden, que necesita la disciplina, un trabajo fijo y un sueldo cada fin de mes, que necesita tener un piso de propiedad y una hipoteca que pegar con el sueldo de cada mes, que necesita una casa ordenada, bien decorada, con todos mis cds, dvds y libros en su sitio, mi ropa ordenada en un gran armario, un frigorífico lleno, una cocina amplia donde poder prepara platos exquisitos, un gran salón, con un gran sofá donde ver la tele y una gran mesa donde poder invitar a mis 150 mejores amigos a los platos tan selectos que preparé en mi cocina, por supuesto quiero tener un chico que me quiera y yo quererlo a él, que le guste pasar conmigo noches y tardes tumbados en el sofá viendo The Wire y que luego nos marchemos juntos a la cama y que hagamos el amor como animales… y que nos excitemos tanto que no necesitemos nada más… y levantarnos un sábado y un domingo y prepararnos exquisitas tostadas de aceite y tomate… y volver a hacer el amor… y no necesitar nada más…
Pero sé que también dentro de mí vive un desordenado, que odia la disciplina, que le gustaría pasar todo el tiempo viajando, viviendo con lo imprescindible, que no quiere hipotecas, que adora vivir de alquiler, que es capaz de vivir en un cuarto pequeño en un piso compartido, tener sus cosas metidas en maletas o cajas, que le encanta desayunar en los bares, almorzar el menú del día o un sándwich tirado en una plaza, cenar un tazón de kellogs y que no enciende la cocina para nada en meses, que le da el miedo el compromiso con una persona, que es incapaz de ser fiel porque necesita otros cuerpos… cuerpos desnudos, fuertes, que emanan vida… Cuerpos que mirar, que escuchar, con los que hablar, con los que descubrir cosas nuevas, a los que besar, a los que amar por unos minutos, por unas horas, por unos días o por unos meses… ¿años? cuerpos diferentes, desconocidos, anónimos, inexistentes, cultos, obreros e inteligentes... cuerpos gordos, delgados, viejos, jóvenes, cálidos... con sabores salados, ácidos, dulces, amargos como un Gin Tonic… Estos cuerpos se acercan a mí en cualquier sitio, en el trabajo, en un bar, en las estaciones, en las discotecas, en los autobuses, en los trenes, en mitad de la calle, en los parques, en el metro, en los túneles, en las iglesias... y no me piden permiso... o tal vez sea yo quien me acerco hasta ellos y no les pido permiso… y como llegan o llego nos vamos…
Mi inconsciencia estaba en negar a uno de los dos… ahora no me niego… ahora convivo con los dos yo… hay días que me levanto ordenado y romántico y otros que me acuesto putón y desordenado… no me queda otra y asumo lo que es de uno y lo que es del otro… ¿qué me contradigo? Ya lo sé… soy así… y me niego a negarme.
3 comentarios:
Puestos a elegir o a soñar en este caso, a todos nos gusta ser dos, pero que digo, varios incluso. Poder clonar el corazón y divagar por la vida sin dar explicaciones. poder acomodarnos en el hogar que pintas y huir por caminos incontrolables. Antonio, debemos buscar la estabilidad, no económica ni emocional, no, la estabilidad personal para ser lo más auténticamente felices, y eso... tú lo sabes, es tan sencillo como complicado.
Un abrazo
Me parece maravilloso, y ahora que tu te entiendes y te aceptas abres así una puerta, mejor dicho; dos puertas para ver,vivir,sentir,crecer,amar,oír,el mundo.
Lo mejor de todo: QUE ANTONIO SE QUIERE, SE ACEPTA Y NO VA A NO ACEPTARSE NUNCA MÁS.
Has ganado una partida que pocos juegan.
Un abrazo enorme y un te quiero tal como eres.
Hola, Antonio,
Comprendo lo que cuentas. Es lo que yo llamo, en argot científico, "dualidad onda corpúsculo" que es lo que es la luz. Por un lado, nos atrae eso liviano, intangible, que es la libertad y la independencia de todos y de sí mismo. Y por otro, aquéllo que es lo contrario, lo duro y pesado como un ancla, que se puede contar con las manos...Eso tambien nos atrae.
A mí me gusta imaginar (y tengo derecho porque es cierto científicamente) que igual que un cuerpo somos una onda y a lo mejor por eso tenemos nuestros máximos y nuestros máximos.
Este finde paso por MAD a ver si nos vemos.
Un besazo a máxima frecuencia,
Jesús
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